Aprender sin pensar es inútil; pensar sin aprender, peligroso. |
Confucio |
El
hombre de perfecta bondad posee cierto valor, pero el valiente
no es necesariamente bueno. |
Confucio |
El
silencio es un amigo que jamás traiciona. |
Confucio |
Debes
de tener siempre fría la cabeza, caliente el corazón y larga la
mano. |
Confucio |
Donde
hay justicia no hay pobreza. |
Confucio |
Un
hombre no trata de verse en el agua que corre, sino en el agua
tranquila, porque solamente lo que en sí es tranquilo puede
dar tranquilidad a los otros. |
Confucio |
Perdónaselo todo a quien nada se perdona a sí mismo. |
Confucio |
La
seriedad es sólo la corteza del árbol de la sabiduría; sin
embargo, sirve para preservar a ésta. |
Confucio |
Una
casa será fuerte e indestructible cuando esté sostenida por
estas cuatro columnas: padre valiente, madre prudente, hijo
obediente, hermano complaciente. |
Confucio |
Un
caballero se avergüenza de que sus palabras sean mejores que sus
hechos. |
Confucio |
Sólo
puede ser feliz siempre el que sepa ser feliz con todo. |
Confucio |
Por
muy lejos que vaya el espíritu, nunca irá más lejos que el
corazón. |
Confucio |
Saber
es saber que no sabes nada, ese es el significado de la
verdadera sabiduría. |
Confucio |
Todo
le es perdonado a quien no se perdona nada a sí mismo. |
Confucio |
La
ignorancia es la noche de la mente, pero una noche sin luna ni
estrellas. |
Confucio |
El que
por la mañana ha conseguido conocer la verdad, ya puede dormir
por la tarde |
Confucio |
Cuando
veas a un hombre bueno, trata de imitarlo; cuando veas a un
hombre malo, examínate a ti mismo. |
Confucio |
La
naturaleza hace que los hombres nos parezcamos unos a otros y
nos juntemos; la educación hace que seamos diferentes y nos
alejemos. |
Confucio |
El
auténtico conocimiento es conocer la extensión de la propia
ignorancia. |
Confucio |
Los
hombres se distinguen menos por sus cualidades naturales que por
la cultura que ellos mismos se proporcionan. Los únicos que no
cambian son los sabios de primer orden y los completamente
idiotas. |
Confucio |
El
hombre superior es cortés, pero no rastrero; el hombre vulgar es
rastrero, pero no cortés. |
Confucio |
En un
país bien gobernado debe inspirar vergüenza la pobreza. En un
país mal gobernado debe inspirar vergüenza la riqueza. |
Confucio |
Cada
cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla. |
Confucio |
Te
diré lo que es el verdadero conocimiento: cuando sabes, saber
que sabes; cuando no sabes, saber que no sabes. |
Confucio |
Aprende a vivir y sabrás morir bien. |
Confucio |
Quien
gobierna a un pueblo dando buen ejemplo se parece a la estrella
polar, que permanece inmutable mientras los otros astros dan
vueltas a su alrededor. |
Confucio |
Los
vicios vienen como los pasajeros, nos visitan como huéspedes y
se quedan como amos. |
Confucio |
Donde
hay educación, no hay distinción de clases. |
Confucio |
Hay
tres faltas que pueden cometerse cuando se está en presencia de
un hombre de saber y posición: hablar cuando no se debe, que es
exaltación; no hablar cuando se debe, que es ocultación, y
hablar sin mirar la actitud del rostro del superior, que es |
Confucio |
Quien
pretenda una felicidad y sabiduría constantes, deberá acomodarse
a frecuentes cambios. |
Confucio |
Lo
difícil no es amar, sino reconocer los defectos de quien se ama. |
Confucio |
Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te
ahorrarás disgustos. |
Confucio |
Estas
tres señales distinguen al hombre superior: La virtud, que lo
libra de la ansiedad; la sabiduría, que lo libra de la duda; y
el valor, que lo libra del miedo. |
Confucio |
Un
hombre que comete un error y no lo corrige, es propicio a
cometer nuevamente el mismo error. |
Confucio |
No
pretendas apagar con fuego un incendio, ni remediar con agua una
inundación. |
Confucio |
El
sabio sabe que ignora. |
Confucio |
Sólo
los sabios más excelentes y los necios más acabados son
incomprensibles. |
Confucio |
Gobernar significa rectificar. |
Confucio |
Lo que
quiere el sabio lo busca es sí mismo; el vulgo lo busca en los
demás. |
Confucio |
Cuatro
cosas es necesario extinguir en su principio: las deudas, el
fuego, los enemigos y la enfermedad. |
Confucio |